Te quiero contar nuestra historia porque aunque cada caso es único y diferente, seguramente que hemos sentido la misma inseguridad, las decepciones mensuales, la frustración y la desolación en la búsqueda de un embarazo. Y esto debería cambiar, ya que realmente es un camino muy bonito con un resultado hermoso e impresionante que nos cambiará la vida a todos.
Estamos totalmente convencidos de la fuerza de nuestra mente. Por eso esas emociones negativas, deberían dar paso a pensamientos positivos, afirmaciones para ayudar al proceso.
Enfin, empiezo.
Nacidos en Alemania en 1975, en 2004 con casi 30 años decidimos irnos a vivir a España. Con esta edad uno ya se hace sus planes, así que pensábamos esperarnos 2-3 años hasta instalarnos bien aquí en Valencia para tener hijos. Pero la vida nunca transcurre como uno se lo planifica y de repente con 39 años nos dimos cuenta que si queríamos tener hijos teníamos que empezar ¡ya!
Como terapeutas en Medicina Tradicional China y Nutrición Celular entre otros, no había ninguna duda en ayudarnos a nosotros mismos con todo lo que sabíamos hasta ese momento. Y fue literalmente así: pusimos toda la carne en el asador. Más con mi cuadro hormonal: hipotiroidismo autoinmune, síndrome de ovarios poliquísticos e hiperprolactinemia. Uno podría pensar que es casi imposible quedarse embarazada y a esta edad. Y además eso es lo que me decían los ginecólogos… Pero la testarudez, y el optimismo ayudan más de lo que pensamos. 😉
Por supuesto cambiamos la alimentación (realmente solo hacían falta unos pequeños ajustes y al tener un objetivo concreto un poco de disciplina y planificación), elegimos suplementos nutricionales acorde a nuestras necesidades, acupuntura por supuesto, fitoterapia china y occidental por supuesto, Yoga por supuesto. Pero no solo añadimos “cosas” a nuestras vidas. También eliminamos todos los tóxicos posibles. Aquellos de la alimentación, del agua que bebíamos, de los productos cosméticos y siempre que fuese posible los de la contaminación medioambiental también, como p.e. el aire que respiramos, visitando siempre que podíamos la playa o la montaña.
Seguramente habrás leído de los métodos de planificación familiar natural que se pueden utilizar, no solo como anticonceptivos, sino también para ayudar a concebir. Así que nos hicimos expertos en descifrar todos los síntomas del ciclo menstrual para encontrar el momento idóneo para mantener relaciones. También los tests de ovulación nunca han faltado en nuestra casa.
Pasado un año la suerte no quiso llegar. Y como somos conscientes que no podemos saberlo todo y con mi cuadro hormonal no sería precisamente fácil, pensamos que un ginecólogo sería la mejor opción para ayudarnos a concebir de manera natural. Cual es nuestra desconcierto cuando la única recomendación que nos da el ginecólogo es ir a una clínica de reproducción asistida. Dicho de otra manera:“¿Donde vas criatura a tu edad pretender quedarte embarazada de manera natural?” Ni siquiera nos ofreció seguir probándolo mientras tanto. Obviamente en las clínicas de reproducción asistida están para hacer reproducciones asistidas y no para ayudarte a quedarte embarazada de manera natural. Así que pensamos que si la única solución según los expertos es una FIV, nos hacemos una FIV o ICSI.
El día que queríamos empezar, por suerte o desgracia mis tiroides hicieron de las suyas y no estaban en los niveles que requería el ginecólogo de la clínica de reproducción asistida para empezar el tratamiento. Tras volver a regular mis tiroides pasa un mes…y otro…y sin menstruar. Las que tenemos SOP sabemos que podemos estar fácilmente varios meses sin tener la regla. No era mi caso en los últimos dos años, pero siempre podía fallar alguna que otra vez… El problema era que habíamos acordado con la clínica de reproducción asistida empezar la estimulación ovárica con la próxima regla. Después de consultarlo con la clínica nos dicen que si el ginecólogo lo veía favorable eventualmente podríamos empezar sin menstruar después de valorar de nuevo las analíticas sanguíneas.
Suelen vender los tests de ovulación con unas cuantas tiras de pruebas de embarazo. Así que un día, no sé ni porqué, decidí hacerme uno. Sin hacerme ninguna ilusión. Supongo que era más bien para gastarlos. O quizás para excluir que estaba embarazada antes de ir a la clínica. No sé. Después de dos años sin éxito, te puedes imaginar que no me quise creer el resultado. El test indicaba dos barritas de color rosa. Claro eso no era rojo como debía de ser. Así que vuelvo a hacerme otro pasado unos días. Esta vez las barritas eran rojas. Todavía incrédulos decidimos irnos a la farmacia a por “uno bueno”, porque quizás estos no eran de muy buena calidad.
Recuerdo que la farmacéutica nos pregunta si queríamos uno normal o uno que indicaba semanas. Y camino a casa hicimos cuentas de cuantas semanas podría indicar. Serían como máximo de 1-2 semanas. Como máximo. Cada uno sabe cuando tiene relaciones y si ya no te acuerdas para eso está la aplicación del móvil para recordártelo (si lo has apuntado, claro).
Cual es nuestra sorpresa cuando a la mañana siguiente el test de embarazo de la farmacia nos indica “+ 3 semanas”. Eso sí que era imposible. Imposible, imposible.
Llamamos a la clínica de fertilidad para preguntar si se mantenía la cita bajo estas condiciones y nos dice que ellos podían hacer la correspondiente analítica y ecografía para confirmar o descartar el embarazo.
¿Te puedes imaginar la sorpresa cuando vemos en la pantalla del ecógrafo un pequeño ser saludando con bracitos y piernecitas? Allí estaba la peque…¡desde hacía 11 semanas y 2 días!
Preguntando al endocrino nos comentó que la medicación hacía efecto en unas dos semanas y nuestra bolita fue concebida pocos días después de la primera visita.
¿Fue un milagro? ¡Seguro que si! ¡Eso sí, sin duda es una victoria! Y ciertamente también una sorpresa. Por eso propuse llamarla Victoria Milagros Sorpresa, pero finalmente se quedó con Victoria.
Con esta bellísima experiencia queremos animar a todas las parejas a meter toda la carne al asador. Pensad que el poder de nuestra mente es infinito y si nos proponemos algo y estamos dispuestos a cambiar cosas, lo conseguiremos. No solo lo hemos podido experimentar en nuestra consulta con nuestros pacientes, sino en nuestras propias carnes y esto nos da una confianza tremenda de saber que estamos en el camino correcto.